La extraña muerte de Tutankamón en el año 1323 a. C. ha estado rodeada de especulaciones durante siglos. El misterio se intensificó cuando el arqueólogo Lord Carnavon murió en El Cairo poco después de que fuera mecenas, de Howard Carter, en el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon en 1922.
Desde entonces se ha planteado con mucha fuerza la teoría de que su muerte está relacionada con alguna maldición.
Pero no todos los investigadores piensan lo mismo. Recientemente se han hecho estudios sobre este hecho, desde el punto de vista médico, egiptológico e incluso policial.
"La relación incestuosa de sus padres pudo haber sido el motivo de varias de las malformaciones del rey y haber causado, en parte, su muerte temprana", según dijo el investigador Albert Zink de la Academia Europea en la localidad italiana de Bolzano.
En cambio, los científicos británicos han llegado a la conclusión de que Tutankamón murió por las heridas sufridas al ser golpeado por un carro de combate y que el cuerpo del joven faraón se quemó por una reacción química tras ser embalsamado.
Otros estudiosos creen que pudo morir por una septicemia provocada por la picadura de un insecto, basándose en la cicatriz que tiene la momia en la mejilla. Otros creen que pudo morir de una caída, ya que presenta un golpe en la cabeza, y el rey tenía problemas óseos y de columna.
Richard Boyer, radiólogo que estudió las radiografías de Tutankamón, nos cuenta que padecía de escoliosis, tenía las cervicales soldadas, lo cual produce rigidez cervical, y deformación en los pies. Esta teoría viene reforzada por los bastones encontrados en su tumba, así como la representación en la “Estela de los Enamorados en al jardín”. Podría tratarse del síndrome de Klippel-Feil.
Juan Carlos Torres y Daniel Fernández
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